Camino entre mares y montañas,
camino entre la luna, el sol y las estrellas,
camino entre luces y sombras,
unas veces con la visión de un niño,
y otras necesito un lazarillo
porque mi alma se torna ciega,
mi corazón entonces paralítico
por todo lo sufrido,
sin él, no puede seguir caminando,
porque necesita sentir su latido.
Con el tiempo he comprendido,
que mi corazón, por siempre, guardará
un amor especial que junto a mí viajará
hasta que exhale mi último suspiro.
Que la semilla que un día germinó,
crece y crece y nunca se marchitará.
Que el pasado no se puede olvidar,
que el pasado siempre nos acompañará,
como una lección de vida
que tenemos que aceptar.
Caminaremos, a veces,
por el desierto de las emociones,
pero nunca olvidemos
que también en ellos,
después de mucho andar,
después de aprender a soportar
las inclemencias del tiempo,
la falta de lluvia para sus tierras refrescar,
la falta de agua para nuestra sed paliar,
algún día encontraremos de nuevo ese oasis
que nos elevará al cielo
para de nuevo hacernos soñar.
Tan sólo hay que tener fe y esperanza Por eso hoy te pido corazón,
de que todo en esta vida,
con fuerza, paciencia e ilusión,
algún día lo podamos encontrar.
¡Quédate!
No me sumerjas en el vacio del desierto,
no seas travieso y viajero,
y ¡quédate! no me dejes sola otra vez,
porque mi pecho, sin ti, tiene frio,
y necesita saber que estas conmigo.
Porque tú, corazón,
aunque, a veces, no lo sepas
siempre serás mío,
y mi cuerpo es tu hogar y tu abrigo,
por eso cariño, hoy te pido
¡Quédate conmigo!.
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