Para que no me olvides escribí mil versos,
para que no me olvides desnudé mi alma,
cante y lloré frente a mi ventana,
bailé junto al mar de los sentimientos cada mañana,
y fui, poco a poco con mis palabras, tatuándome en tu alma.
Fue así como sembré una semilla llena de esperanza,
como aprendí que podía volver a sentirme enamorada,
y que las ilusiones nunca se acaban cuando se despierta el alma.
Aprendí que mi corazón habla, grita, es viajero y también calla.
Aprendí que una luz se prende en el alma cuando uno ama,
y que la fe nunca se pierde mientras vivas ilusionada.
Por tantas cosas que aprendí,
tantas que sentí
y tantas que deseé vivir,
hoy se que existe una vela encendida dentro de mí
que me da fuerzas, fe y valor para seguir
en busca de la felicidad ansiada.
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