lunes, 21 de febrero de 2011

LA GOTA DE LA VIDA

12 Ago 2010

La gota de la vida

Había un árbol que sus brazos con el paso del tiempo fueron perdiendo altivez, y sus ramas estaban, cada vez que las miraba, más caidas. Sus hojas se estaban secando, para luego ir cayendo, hasta que desnudo quedó ante el firmamento.

Al verse así, sin ropajes y sin el calor que le daban sus frondas, brotaron de su corteza unas gotas que fueron deslizándose por los surcos que el tiempo había marcado en ella, hasta llegar a la tierra. Al principio, sus gotas eran espesas, como resina, y algunos pensaron que ésta actuaría como bálsamo y terminaría por tapar las heridas, pero no fue así, y con el transcurrir de los días, las gotas fueron más líquidas pero también más abundantes, los surcos se convirtieron en cauces y los cauces en ríos que fueron regando la tierra y por ende sus raices.

Fue así, como un buen día, antes de caer la última gota, miro primero a la tierra que lo sostenia y luego elevo su mirada hacia al cielo.

Al mirar al suelo pudo comprobar que las gotas que de sus venas brotaban habian regado y convertido un suelo árido y pedregoso, en una tierra verde y frondosa. Y entonces, miró hacia el cielo y en su corteza una sonrisa floreció al comprobar que de una de sus ramas caidas empezaba a brotar una hoja tan verde como la esperanza que desde ese día a su vida llegó, pues comprendió que aunque en ese invierno todo había sido sequía, sus lágrimas le devolvieron a la vida.

El vacio en nuestro interior se produce cuando perdemos todas las esperanzas. Sentimos que ya no nos queda nada por lo que luchar y entonces las fuerzas desfallecen ante el dolor desgarrador de no saber si algo tiene sentido, pero si miramos en nuestro interior podremos ver esa luz que nos guía, hacia un nuevo despertar que nos regará de vida y pintará de color nuestras mañanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario