02 Sep 2010
Al llegar la noche encaminé mis pasos
en busca de mi pequeña flor,
y al entrar en una sala tropical,
todo se lleno de luz,
pues pude escuchar
a dos pequeños jilgueros
llamando a la tierra,
acompañados de una guitarra
que sonreia al oir su canto celestial,
las cuerdas miraron
como las teclas se iban acercando,
entonces la guitarra entonó unas notas
y el piano comenzó a sonar.
Sus notas eran alegres pues había encontrado,
un jilguero que alegre le contaba cantando,
como el piano le había enseñado a cantar.
Y así fueron pasando los días,
con el son de la música de una guitarra
que no dejaba de sonar
y de un piano que le acompañaría
durante unos días con mucha alegría,
pues había descubierto en su caja
un corazón de niño, que saltaba sin cesar
para dar felicidad
a todos los que a su lado quisieran estar.
Piano y guitarra se conocieron al son de una música
para despedirse también cantando juntos una canción,
sabiendo que en otro momento se volverian a encontrar,
y que posiblemente entonces la tuna cantaria en su lugar.
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