Cada uno de nosotros tenemos una guía de luz,
"ella es la guía de mi luz".
La vida es como un río, unas veces sus aguas están calmadas y otras la lluvia lo hace desbordarse, pero lo que nunca debemos olvidar es que esas aguas desembocan en un mar.
Por eso mi barca, transita por ese río buscando el cauce correcto.
Ese cauce que la lleve hasta su desembocadura, impulsada por un aire limpio y puro, un aire que acaricia, que le da alas a su barca y la impulsa cada mañana.
Mi barca no tiene velas, ni remos porque las tormentas rajaron sus velas, y le hicieron perder sus remos.
Pero sigue navegando por ese río que la lluvia le hace crecer, y cuando desborda sus aguas, comprueba que con cada gota caída, los terrenos devastados que por su margen pasan, van regándose de esas aguas y van haciendo germinar nuevas esperanzas.
Es entonces cuando mira su guía, esa luz que a su vida llegó cuando ya no tenía esperanzas y comprueba que gracias a ella, las tierras colindantes se van llenando de vegetación, de nuevos árboles, de nueva savia, de nuevas flores. Porque su guía es alegría, porque su guía es juventud y porque su guía es vida.
Entonces busco en el interior de mi barca y puedo comprobar que aún me queda un remo, si, estaba escondido, pero allí se encontraba, un poco castigado por el cauce del río, pero con la suficiente fortaleza y robustez como para seguir navegando en busca de ese mar, que la llevará a un nuevo lugar, donde encontrará el par que un día perdió y que la dejó estancada y sin saber navegar.
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