viernes, 17 de junio de 2011

¡Qué injusta es la vida!




Y la vida sigue, y la vida se va, hay tantas cosas que quisiéramos decir cuando sentimos que nuestro reloj pronto dejará de funcionar. La incertidumbre se apodera de nosotros y ella misma nos hace enmudecer, siendo incapaces de decir a nuestros seres queridos, tantas palabras que se agolpan en nuestra mente y, ¡callamos! pues si esas palabras brotaran de nosotros, la tristeza haría que el llanto fuera lo único que permaneciera en los días que se sucederán. Pero cómo decir que les quieres, que no te quieres marchar, cómo insuflarles fuerzas ante la desgracia que ahora se cierne a su alrededor. 
¿Qué es mejor, una despedida lenta y pausada o una marcha súbita sin que nadie la espere? Posiblemente para nuestros seres queridos es mejor la primera, pues les va dando tiempo a ellos a hacerse a la idea, de que habrá muchos momentos en los que ya no estará junto a ellos, pero para la persona que sabe que le falta poco tiempo, una marcha repentina es la mejor opción, pues si tan sólo se quedase dormida, no vería su deterioro progresivo, no sufriría al ver el sufrimiento de las personas que más ha querido y quiere. 
¡Pero que difícil es despedirse de tus seres queridos y de la vida!, ¡ Qué difícil es aceptar que ha llegado la hora de nuestra partida!, más aún cuando tus facultades están totalmente intactas, cuándo todavía te sientes productivo, sientes que te queda mucho por vivir y por hacer, cuándo con tu partida dejas al amor de tu vida, ese que siempre te ha acompañado en los buenos y malos momentos, ése que ha sido todo para ti y tu todo para él. ¡ Qué difícil es decir adiós!, cuando sabes que tu eres el bastón de tu familia. ¡ Qué injusta es la vida!.

No, no quiero decirte adiós,
no, no quiero apartarme de ti,
porque fuiste mi camino, mi alegría y mi vida.
No, no puedo ni quiero decir adiós,
por eso lucharé e intentaré robarle al tiempo 
segundos, minutos u horas, 
para demostrarte que eres mi único y gran amor.


No, no quiero decirte adiós,
tan sólo deseo poder dormir abrazada a ti,
aprovechar cada suspiro, cada momento,
rememorar toda la felicidad que junto a ti sentí,
para que queden grabadas y así cuando despierte
de este sueño poderme ver en tus ojos 
y en ellos siga viendo todo el amor que guardas para mi.




(Dedicado a María. Lucha y vence)



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