lunes, 13 de junio de 2011

Han pasado ya ¡VEINTE AÑOS!

espera
Veinte años han pasado, se dice muy pronto pero cuando lo sopesamos en una balanza, en la cual en un lado de ella  pesáramos  el tiempo y en el otro el espacio, no podríamos saber si la misma esta en equilibrio o se inclinaría más hacia uno u otro lado. Lo cierto es que la sensación que hay dentro de mí es que es mucho, demasiado. Aunque a veces pareciera que el tiempo no haya pasado, porque sigue ocupando gran parte de mi espacio pues sigue viviendo en mi mente y en mi corazón y sintiendo esto, no me encuentro sola.
Sentir la necesidad, cuando las cosas se ponen difíciles, de ese abrazo lleno de amor que me ofrecía cada día, esa confianza en mi fuerza para afrontar todas las barreras que la vida me fuera poniendo que con tan sólo una palmadita en mi espalda y un “tu puedes” era suficiente para renovar mis ganas e ímpetu para seguir hacia adelante. ¡Se echa tanto de menos y se necesita tanto!, que cuando llega ese día borrado para mí del calendario, desearía ser aire o humo y poder desaparecer, por lo menos durante 24 horas, desearía poder eliminar capítulos de mi vida que me sumergen en la más profunda tristeza y de la cual me cuesta salir, al comprobar que no hay nadie que se iguale a su pureza, verdad, entrega y amor.
Pero la vida sigue y al final ¡que cierto es! que nadie se muere por nadie, claro indiscutiblemente físicamente, aunque, a veces sin darnos cuenta y por mucho que luchemos deambulamos por ella muertos en vida, pues las esperanzas e ilusiones se diluyen, se esfuman y aunque intentamos cada día, inventarlas, crearlas con el paso del tiempo y la experiencia y el conocimiento de la psique humana, cada vez nos cuesta más tener fe en el mañana, así como la posibilidad de encontrar a alguien que vuelva a comulgar con uno y nuestra forma de afrontar la existencia.
Qué difícil es, sea en el aspecto que sea de la vida, hacer la conjugación perfecta, esa que te impulse a caminar creando nuevos amaneceres, creando nuevos mundos, creando nuevas ilusiones junto a ese ser que sin palabras te habla, que sin caricias y tan sólo con una mirada te besa y sin que se fundan vuestros labios y vuestros brazos con sus detalles te va demostrando cuanto amor guardado lleva para ofrecerte sin medida en su corazón.
Creí que la vida no me regalaría tantos años, creí que no podría soportar el paso del tiempo, pero ella me regaló lo más bello de mi vida que es haberlo conocido a él, haber estado junto a él durante casi la mitad de su vida y posteriormente la mayor de mis alegrías, que es mi hija, para que cuando las fuerzas me fallen, con tan sólo mirarla a los ojos, pueda cargar mis pilas para así seguir luchando hasta que la inmensidad venga a buscarme.
¡Veinte años ya! y la balanza, se paró en un punto y sigue sin inclinarse hacia ninguno de sus lados.

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