jueves, 16 de junio de 2011

Del eclipse a la luz


Eclipse total es lo que habita en mi interior. Desde hace ya algún tiempo, no palpito de emoción.
En el camino fui perdiendo la ilusión, y aunque intento buscar el  sendero que me lleve de nuevo a encontrarla presiento conforme van pasando los días que para poder hallarla renovada tendré que tomar otros cauces que me llenen de esa luz que se irradia cuando de nuevo nace y brota el amor en nuestra alma y en el corazón.
La vida es como el agua, que si se estanca, su color cambia, su olor se transforma y en ella todo muere porque no encuentra el alimento necesario para seguir viviendo.
El agua de la vida tiene que fluir como un río, alegre, llena de esos sonidos que nos proporcionan un estado de bienestar y euforia dando lugar a que todo se llene de color. El olor del río que fluye sin cesar es diferente al que lentamente va surcando senderos. El río que brota y emana insuflado de emociones es a los ojos de quienes lo observan la imagen más bella que uno pueda admirar porque en sus lindes todo es verde, nacen flores y árboles frondosos y entre sus ramas se esconden a nuestros ojos pájaros cantores que nos llenan de felicidad, cuando de sus adentros brotan notas que nos impulsan a volar y de nuevo a soñar.

Cierro puertas y ventanas, de habitaciones que están cargadas de recuerdos que ya no llevan a ningún lugar, unas lágrimas brotan de mis ojos conforme los voy cubriendo de una sábana blanca para que el polvo ocasionado por el tic tac del reloj no los llegue demasiado a deteriorar.
En esas estancias guardaré momentos vividos que me hicieron feliz y otros que me hicieron sufrir, pero que ya no pueden seguir coexistiendo en mi día a día pues debo partir. Y un candado pondré a esas puertas que ya nunca más deberé abrir pues son el pasado que no puede en el presente vivir. Por eso, con los ojos cerrados, lanzaré la llave lejos, pues la duda no debe nunca más habitar en mí, ya que ella tan sólo puede traer nostalgia y pesadumbre en nuestro deambular.


Cierro mis ojos, alzo mis brazos,
respiro profundamente y me dejo llevar
por una esperanza que me haga de nuevo soñar.


Y entonces abriré nuevas puertas y ventanas que llenen de luz y color todo aquello que me rodee pues solo así podre de nuevo reír y es que la luz da vida, la luz da ilusión y la luz es lo único que yo quiero que llegue a mi corazón.
Luz de mi vida, luz de mi alma, luz de mis ojos, estoy esperando a que de nuevo vuelvas a habitar dentro de mí porque sólo así podré llegar a ser feliz.
Y es que para dar paso del eclipse a la luz, tan sólo hay que querer y estar convencido de que deseamos un presente y un futuro mejor y que el pasado ya pasó dejando recuerdos y momentos que están guardados en esa habitación junto al eclipse del corazón.

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