La vida a veces me puso un par de banderillas que dolieron, pero con el
paso de los días y la experiencia empecé a manejar con maestría mi
capote y aprendí a hacerle Verónicas a esos acontecimientos que
quisieron darme la puntilla. Y aquí
estoy vestida de luces, con mi montera, un par de orejas... y me
encuentro dando el paseillo por el ruedo de la vida con mi cuadrilla. Y me gritaron ¡¡¡Olé y Olé, morena!!!- ¡¡¡Vente a mi vera gitana, que yo te haré tocar las castañuelas!!!.
Y un nuevo viaje empieza en mi vida hacia esa plaza donde las luces de
mi traje hacen brillar los ojos de quien me mira y brotar multitud de
sonrisas. Cuando el paseillo se termina salgo de la plaza cogida de
la mano, con un ramo de flores y multitud de momentos tatuados en mi
alma, junto a esa persona que cuando con garbo delante de él me paseo me
canta y me grita: ¡ven conmigo, chula mía, que tu eres mi alegría!.
Entonces el miedo a las cornadas desaparece, el corazón se enaltece y
las estrellas que junto a mi pasean tintinean. Salto mi barrera cojo al
toro por los cuernos, me lo llevo al ruedo, le hago pases de pecho,
naturales, doblones y molinetes, y finalmente extiendo mi capote, de
color rojo fuego, en el albero. Es el instante, tiro el estoque y me
pongo de puntillas para regalarle mis besos y hacer realidad sus deseos
fundiendo arena, estoque, capote y luces en la Maestranza del encuentro
con el vaivén de nuestros cuerpos. Me mira, me abraza y me grita: ¡olé, olé y olé!
Yo alas de fuego,
Luz de luna, alas al viento...
Ola sin playa,
capitán sin velero,
sirena sin agua ni sal,
delfín sin mar,
cometa sin hilo que le haga bailar...
Mirada sin espejo,
ojos sin reflejo,
risas sin sonrisas,
oruga sin llegar a mariposa
porque su marinero
sigue perdido en el mar
sin dar cuerda a ese reloj
que varado quedó años atrás.
Miro al horizonte,
grito, callo, susurro,
lloro en soledad...
y sigo extendiendo mi mano,
sin encontrar mi par
porque los hilos se rompieron
tiempo atrás.
Brújula que no cesa de virar,
perdió el imán que indicaba
el camino de vuelta al hogar.
Ulises creyó que su Penélope
tejería y destejería
sin importar tiempo ni edad.
Y sigo sumergida en agua termal,
intentando que el frío no resquebraje
ese corazón que añora volver a cantar,
que añora dibujar un mundo
donde poder vivir sin miedo
a un futuro incierto que le hace temblar.
Porque ese País creció como niño egoísta
que tan sólo escuchó palabras de su mamá
expresen o no verdad y limitando su libertad,
por eso ese País no regala vida ni felicidad.
por eso tan sólo hoy reparte tristeza y soledad.
Por todo lo vivido y lo que me resta por vivir
hoy decido ser pistolero, ser naúfrago
que ponga punto final al País de nunca jamás.
Posdata: No más Penélopes, ni Wendys... No más Itacas ni Campanillas... VIVE
Las estrellas ya no tintinean,
mis luceros se apagaron
y la ilusión voló.
Qué pasó?
Todo y nada pasó...sí, el tiempo pasó,
arrasando con los sonidos de mi tambor,
las hojas cayeron secas, y...
El árbol sin corcho
es incapaz de avivar pasión,
incapaz de imaginar un futuro de a dos,
incapaz de dibujar, porque la musa,
errante de nuestras vida se fugó
esperando algo que nunca llegará, ni llegó.
Dime sí puedes, dónde quedas tú, dónde yo...
si nuestro velero en el mar naufragó
y con él la ilusión murió.
Y llegado a este punto,
dime, sí dime!!!
dónde quedas tú, dónde yo...
Dime amor por qué?
por qué caigo y resurjo
por qué muero y renazco
por qué?
por qué todo tiene un principio y un fin.
Debo aprender a dejar atrás,
avanzar, aprender a decir adiós
cuando tan solo para mí fué un gran amor.
Gran amor solo para mí,
que al caer la venda
reveló,
que fué una fantasía más,
una ilusión que no llevaba a ningún lugar.
Dime por qué?
por qué mi corazón es aventurero,
por qué es viajero,
por qué?
por qué mi alma grita,
por qué necesita sentirse ilusionada,
por qué necesita abrazar el amor,
por qué necesita palpar la emoción,
por qué necesita vivir, compartir,
por qué necesita amor
que surge como manantial,
que fluye como lava de su volcán.
Dime amor,
por qué siempre escapas,
por qué viras, y viras, sin cesar,
dime hacia dónde me llevarás,
cuál será tu final, mi final?
Las estrellas están danzando porque el rumor de las hojas traen sonidos de cambio, son melodías con ensoñación de un futuro diferente.
La Oz se alzó para cortar raíces putrefactas y aunque no fueron eliminadas totalmente, su sonido consiguió que brotara un papiro que será escrito mañana.
No puedo escribir con hilos dorados ni siquiera con hilos plateados pero sí con la canción que tararea mi travieso corazón.
Desearía, a veces enmudecer, otras gritar y las más lanzar al universo lo que mi corazón y alma desean sin mordazas vocalizar.
Danzo alrededor de una estrella de ocho puntas, enmudezco cuando veo su reflejo y sonrío, sí, sonrío con el vaivén de su movimiento. Movimiento de nerviosas olas que acallan la voz de los sentimientos, movimiento sin el Lazarillo que se necesita cuando la ceguera es el polizón de nuestro cuerpo.
Y erramos, una y otra vez, dejando pasar las horas, los minutos, los momentos, las personas... creyendo, ilusos, que el tiempo en nosotros es eterno, pero él y su guadaña sin esperarlo nos abofeteará cortando aquello que pospusimos y Cercis guardará en su interior todos nuestros inconclusos deseos...sueños.
Nadie tiene asegurado su futuro, hoy es ayer. Rompamos máscaras y dejemos que el ahora vaya trazando la sonrisa del mañana.
VIVE, RÍE, CANTA, BAILA Y SE FELIZ junto a las personas que te hagan sentir sus claves de sol sin bemoles porque tu eres su SI y su MI, su LA y su DO mayor, y nunca consientas ser en su vida el DO, RE, FA, SOL, LA menor o sostenido, que entristece al corazón.
En mi fantasía dibujo un mundo donde el amor, la verdad, humanidad y
el "ser" es algo real que habita en todos deseando salir sin miedos para
regalar felicidad. Esa es mi fantasía, ese mi ideal.
Hay
tanto que explorar, que descubrir, que regalar, tanto ... tanto que, a
veces, la inocencia de mis sueños, de mis deseos... me hace errar.
Y confío, y vuelvo a apostar, una y otra vez.
A
pesar de los desengaños sigo creyendo que hay algo más que descubrir,
algo diferente a lo convencional pero que el mundo no deja fluir con
libertad.
Hoy quiero dibujar mi mundo ideal, dejar
rienda suelta a mi fantasía... esa que en ocasiones se diluye por los
golpes que la vida nos dá.
Había
una vez un árbol pequeño, muy pequeño que brotó con alegría en un campo
donde la felicidad y la sonrisa era su compañía. Junto a él habitaba un
gran roble, frondoso, hermoso... con ilusiones y metas por las que fué
luchando sin descanso hasta que con el tiempo consiguió.
Ese roble era y es su ejemplo de vida, de honestidad y sabiduría.
Y
el árbol pequeño creció y como almendro en flor se enamoró, un amor que
junto a él viajaría a pesar de los huracanes, las adversidades, a pesar
de la desdicha que un día a su campo llegó. Ese revés le dejó desnudo
ante el mundo y en su interior se preguntaba: por qué el infortunio me
asotó hasta destruir mis esquejes, por qué... por qué... Pero nunca hayó
respuesta porque no las hay, porque la vida es como el mar, como las
olas... viene y va, al igual que las penas y alegrías, al igual que la
suerte, al igual que el dinero...
Desnudo quedó sin
encontrar sentido a nada pero con la ayuda de su gran roble y su
hermosa haya, siguió luchando e intentando crear en su mundo nuevas
ilusiones e ideales.
Y así fue pasando el tiempo y
el almendro, a base de esfuerzo, cada primavera se vestía de flor, para
llegado el invierno despojarse de las hojas secas, hojas que no eran
compañeras, simplemente eran hojas pasajeras que traían a su vida, una
nueva aventura, una nueva enseñanza.
Cómo pretender
tener hojas perennes, ser acacia, abeto o pino, cuando esta vida es
caducifolía, cómo querer que todos sean robles, hayas o almendros...
cuando en esta viña existen adelfas, cicutas, bedallonas... y un sinfin
de variedades que junto a nosotros coexisten.
Si
mirásemos atentamente el terreno descubriríamos como son sus suelos, si
son cascote, campos no cultivados o tierras que dan vida... El cascote o
esquirla es un estrato del cual poco podremos aprender, por contra ese
medio nos podrá destruir... , sin embargo, si ese dominio es fructífero,
será ideal para el crecimiento de cualquier tipo de árbol. Y así nos
encontramos con encinas, fuertes, robustas ... llenas de control y
sabiduría o con captus que transforman sus hojas en espinas haciéndose
de esa forma resistentes, luchadores ante cualquier temporal. Ellos
almacenan en su interior el agua necesaria para afrontar la aridez que
siempre llega. Como es sabido el agua es vida y todos deberíamos
intentar estar acompañados de vida. Ser vida.
Y despues
del pasar de los años, de las múltiples bifucarciones del sendero, el almendro fué aprendiendo a base de golpes, a base de experiencias, a base de ir errando y
comprendió que la felicidad nació con él, que su felicidad depende de él
y de nadie más, que junto a él siempre estarán sus robles, hayas,
encinas ... sus captus... Ellos son su pilar, su sangre... sus amigos, en resumidas son su ALOE VERA.
Reflexión: En mi mundo ideal coexisto con mis aloes vera, ellos son los que siempre me curan, me acompañan, son los que nunca te olvidan, siempre te aman sin condicionamientos y junto a ti caminan. En mi mundo nunca pretenderé ser quien no soy... No pretendo ser higuera que siendo
caduca se convirtió en perenne al encontrar su suelo soñado, no porque me
gusta quien soy, ser yo, ser almendro, si, soy almendro esperando florecer llena de sueños... deseos de un mundo ideal.
Este
es mi sueño, mi deseo, mi fantasía, mi querida realidad.
Mi pasado condicionó mi presente y éste escribirá mi futuro...
Todo era más sencillo antes, mucho antes,
la sonrisa brotaba sin pedir permiso,
nunca los ropajes se disfrazaron de carnaval.
Cada amanecida era una caricia,
cada beso el baile perfecto,
y las miradas, eran miradas que hablaban.
Todo fluía como manantial,
caricias, miradas sonrisas, besos,
ilusiones, deseos, esperanzas...
incluso el futuro era algo recreado, imaginado...
algo creible, dibujado con trazos de fantasía,
trazos que olían a realidad.
Todo era más sencillo
cuando uno se vestía de ilusión,
cuando el abrigo era verde esperanza,
cuando los deseos olían a damas de noche,
y las claves de sol cantaban aire.
Navegabamos en un barco a Venus,
junto a un fallo positivo,
hasta que notas de luna cantaron 7 de septiembre,
y esa partitura musitó un final,
San Antonio se llevó de viaje
la sencillez tiempo atrás...
Los calendarios rompieron hojas,
las fechas borraron sueños,
las raíces se embriagaron de nostalgia,
y la corteza tras secarse cayó.
Y así fueron pasando los años,
hasta que sin buscarlo renació un suspiro,
fluyó la savia,
y una flor sigilosamente brotó
en el árbol de amor.
Porque tu eres árbol de amor
dejamé escribir en sus hojas
cantos de alegría e ilusión
y no permitas que el frío de Curie
borre ese entrelazado que atempera al corazón.
Todo era más sencillo antes,
pero si tus ramas me abrigan
Cupido e Icaro viajarían unidos,
sin temor a fundirse
ante la proximidad del sol.
A veces la vida nos va empujando de un lugar a otro,
a veces la vida es caprichosa
y nosotros, locos, nos dejamos llevar,
llevar por momentos que ... no, no puedo explicar...
¿ Por qué ? no lo sé...
Quizás por la incertidumbre de no saber,
de no saber si lo que hay es real,
de no saber si en cualquier momento todo se evaporará...
La ebullición es la antesala de la evaporación
si esta no se sabe controlar,
y pasamos a estado gaseoso,
y en ese estado no hay hilo que se pueda alcanzar.
Pasó y ... ahora qué? la incognita de no saber si nos volvimos a equivocar...
Me siento como globo de propano sin atar,
como gota evaporada,
como ave que su nido debe dejar,
como velero a la deriva en el mar,
me siento y no me siento...
y entre tanto sentir y no sentir
soy vapor de agua
que en plena condensación se convirtió en nube
esperando volver a mi mar
como niebla, lluvia, nieve... ¡qué más dá!
La vida es como un tablero de ajedrez, en ella nos encontramos con peones, torres, alfiles, caballos, reyes y reinas. En su camino hay casillas blancas, casillas negras. Y las figuras pueden ser, también blancas o negras, las primeras llenas de luces, las otras de sombras.
Lo que más abunda en el tablero son los peones, blancos y negros, ambos en la misma medida. Ellos, junto a nosotros caminan. En ocasiones haciéndonos el camino más llano, más accesible, esos son los peones luminiscentes, pero las que más se nos acercan son los que fabrican obstáculos en él para que no encontremos salida y empujándonos a caminar por senderos, a veces negros, a veces blancos pero siempre a paso lento.
Aunque en la primera salida estos nos impulsan a dar un gran salto, ese salto es tan sólo una falacia que en la mayoría de las ocasiones nos harán perder la dirección que nos llevará hacia nuestro destino, nuestra felicidad.
Esos peones se acercan tan solo buscando un provecho, un interés... que nosotros, bobos, no supimos ver, ya que la realidad del porqué de su acercamiento estaba encubierto, ese era su verdadero objetivo, engañarnos, atraparnos en su juego, hacernos errar buscando su beneficio personal.
Cuando conseguimos saltar esta primera barrera, indistintamente nos iremos topando con alfiles, caballos o torres. Los alfiles son más ágiles que los peones puesto que aunque tienen pocos movimientos, hacia el este u el oeste, hacía delante o hacía atrás, también llevan sus metas, salvar a su rey, su objetivo: conseguir su fin. Pero nunca olvidemos que junto a nosotros caminan otros alfiles que nos irán ayudando, para así guiarnos si en alguna ocasión escogemos la casilla equivocada. Y así nos posicionamos en esa que ellos junto a nuestros peones y caballos nos irán mostrando para que nos podamos sentir un poco más protegidos.
El juego aún no ha terminado, no olvidemos a los caballos, dos pasos adelante y uno hacia la derecha o izquierda, sus pasos forman "L", la L de Lealtad si se visten con tu mismo color, porque si no esa "L" será de lazo, un lazo que te puede estrangular al no adivinar a tiempo la emboscada que en su mente poco caballeresca tenían planeada.
Caballo blanco o negro, ¡qué más da el color con el que quieras jugar la partida de la vida! El caso es que su "L", su gran salto te haga ganar la partida y te lleve al camino de la verdad.
Pero no olvidemos que en el tablero también están las torres, las barreras que nosotros, ilusos a veces, nos vamos generando. Torres que tendremos que derrumbar para poder llegar al final, a nuestra meta que es construir un bello castillo junto a esas murallas que la vida, que fuimos escogiendo, nos hizo erigir ya que eran los setos que hubimos necesitado para esquivar todas esas fichas llenas de sombras que se fueron aproximando. Esas torres, esos castillos pueden ser el refugio, el hogar, que poco a poco, con cada salto y sin saberlo fuimos construyendo para luego derribar y construir uno nuevo donde al final cuando lleguen a la otra orilla puedan vivir el rey junto a su reina, sin más luchas, unidos y solo así conseguirán derrumbar esos muros que este duro camino les fue construyendo.
El Rey, un poco más lento, pasito a pasito, alcanzó a su reina, una reina que daba grandes saltos, a veces también pequeños, unas hacia delante, otras hacia atrás, aunque ella en lo más profundo de su ser sabía cual sería su destino final. Y ese destino era nunca comerse a su rey sino descansar junto a él después de ganar la partida. Esta partida tan difícil de jugar, tan difícil, que algunos nunca llegan a su final, perdiéndola o quedándose siempre en tablas.
El premio de ganar la partida es vivir unidos pero nunca atados, cogidos de la mano y pletóricos porque alcanzaron, rey y reina, la felicidad.