jueves, 19 de febrero de 2015

MI FANTASIA, MI REALIDAD





En mi fantasía dibujo un mundo donde el amor, la verdad, humanidad y el "ser" es algo real que habita en todos deseando salir sin miedos para regalar felicidad. Esa es mi fantasía, ese mi ideal.



Hay tanto que explorar, que descubrir, que regalar, tanto ... tanto que, a veces, la inocencia de mis sueños, de mis deseos... me hace errar.

Y confío, y vuelvo a apostar, una y otra vez.

A pesar de los desengaños sigo creyendo que hay algo más que descubrir, algo diferente a lo convencional pero que el mundo no deja fluir con libertad.

Hoy quiero dibujar mi mundo ideal, dejar rienda suelta a mi fantasía... esa que en ocasiones se diluye por los golpes que la vida nos dá.



Había una vez un árbol pequeño, muy pequeño que brotó con alegría en un campo donde la felicidad y la sonrisa era su compañía. Junto a él habitaba un gran roble, frondoso, hermoso... con ilusiones y metas por las que fué luchando sin descanso hasta que con el tiempo consiguió.

Ese roble era y es su ejemplo de vida, de honestidad y sabiduría.

Y el árbol pequeño creció y como almendro en flor se enamoró, un amor que junto a él viajaría a pesar de los huracanes, las adversidades, a pesar de la desdicha que un día a su campo llegó.  Ese revés  le dejó desnudo ante el mundo y en su interior se preguntaba: por qué el infortunio me asotó hasta destruir mis esquejes, por qué... por qué... Pero nunca hayó respuesta porque no las hay, porque la vida es como el mar, como las olas... viene y va, al igual que las penas y alegrías, al igual que la suerte, al igual que el dinero...


Desnudo quedó sin encontrar sentido a nada pero con la ayuda de su gran roble y su hermosa haya, siguió luchando e intentando crear en su mundo nuevas ilusiones e ideales.

Y así fue pasando el tiempo y el almendro, a base de esfuerzo, cada primavera se vestía de flor, para llegado el invierno despojarse de las hojas secas, hojas que no eran compañeras, simplemente eran hojas pasajeras que traían a su vida, una nueva aventura, una nueva enseñanza.




Cómo pretender tener hojas perennes, ser acacia, abeto o pino, cuando esta vida es caducifolía, cómo querer que todos sean robles, hayas o almendros... cuando en esta viña existen adelfas, cicutas, bedallonas... y un sinfin de variedades que junto a nosotros coexisten.

Si mirásemos atentamente el terreno descubriríamos como son sus suelos, si son cascote, campos no cultivados o tierras que dan vida... El cascote o esquirla es un estrato del cual poco podremos aprender, por contra ese medio nos podrá destruir... , sin embargo, si ese dominio es fructífero, será ideal  para el crecimiento de cualquier tipo de árbol. Y así nos encontramos con encinas, fuertes, robustas ... llenas de control y sabiduría o con captus que transforman sus hojas en espinas haciéndose de esa forma resistentes, luchadores ante cualquier temporal. Ellos almacenan en su interior el agua necesaria para afrontar la aridez que siempre llega. Como es sabido el agua es vida y todos deberíamos intentar estar acompañados de vida. Ser vida.

Y despues del pasar de los años, de las múltiples bifucarciones del sendero, el  almendro fué aprendiendo a base de golpes,  a base de experiencias, a base de ir errando y comprendió que la felicidad nació con él, que su felicidad depende de él y de nadie más, que junto a él siempre estarán sus robles, hayas, encinas ... sus captus... Ellos son su pilar, su sangre... sus amigos, en resumidas son su ALOE VERA.

Reflexión: En mi mundo ideal  coexisto con mis aloes vera, ellos son los que siempre me curan, me acompañan, son los que nunca te olvidan, siempre te aman sin condicionamientos y junto a ti caminan. En mi mundo nunca pretenderé ser quien no soy... No pretendo ser higuera que siendo caduca se convirtió en perenne al encontrar su suelo soñado, no porque me gusta quien soy, ser yo, ser almendro, si, soy almendro esperando florecer llena de sueños... deseos de un mundo ideal. 

Este es mi sueño, mi deseo, mi fantasía, mi querida realidad.


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