domingo, 23 de diciembre de 2012

Mi árbol y yo











No quiero junto a mí un árbol de hojas caducas. Un árbol que si sus hojas parecen perennes no es porque así sean sino porque con su resina deteriorada sus hojas pega. NO quiero junto a mí un árbol que se nutre de corazones para poder extender sus ramas y así llegar a coger las estrellas pues con ellas alimenta su anudada corteza. No, no quiero ese árbol que para revivir su ilusión se alimenta de esa luz que brilla por naturaleza en ellas. Somos árboles que nacemos de las semillas que nuestros padres plantan en ese lugar fértil, con gotitas de amor para que broten hermosos, para que su tronco sea limpio, para que su corteza sea el combustible que nuestro hogar calienta, para que sus anillos sean concentricos y perdurables en el tiempo. Mi árbol está libre de nudos y lleno de frutos, mis raíces son mi fortaleza, mis ramas son parejas y mis hojas son perennes, verdes, canales para que mis raíces riegue. Cada una de mis hojas están llenas de letras, letras escritas desde el corazón, letras repletas de tinta de amor, por eso mis hojas se mantienen tersas, inmutables, llenas de color, y sus ramas están repletas de frutos, frutos nacidos y regados con amor; Si algún fruto amado cae por el impacto de un rayo desolador mis hojas, mis ramas y mis anillos lo guardan en su interior y permanecerá vivo latiendo dos en un sólo corazón; Y si alguna hoja caduca a mi árbol llega, el movimiento de mis ramas las hace caer, con el cambio de estación, para que no pudra con su esencia a las que hay a su alrededor. Y así cuando caiga a la tierra y esa hoja quede seca pueda nutrir a mi árbol de la experiencia que su llegada a mi vida le proporcionó. Mi árbol se nutre de amor, su resina es pasión, sus hojas se llaman esperanza, sus ramas ilusión y sus raíces corazón.




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