sábado, 5 de mayo de 2012

Enjaulado


Vivía un ruiseñor enjaulado y triste,
observando como la vida pasaba.
Su canto ya no se escuchaba.
Unas lágrimas de sus ojos brotaban,
al comprender que los barrotes,
eran sus miedos y temores,
que nunca le dejarían volar junto a su amada.
"Adiós, amor mío, adiós"
vivo en mi mundo preso,
mis cadenas son pesadas
y entre barrotes, se va muriendo mi alma.
Las cadenas, que a ella, me atan
del roce cortaron mis alas
y no tengo fuerzas,
para abrir la puerta de mi jaula.
Y así pasaba los días,
con los ojos llenos de lágrimas,
observando el vuelo de una paloma,
que, poco a poco, se alejaba,
en busca de un nuevo amanecer
y una nueva esperanza,
mientras él, solo y vacío, se quedaba,
mirando por su ventana.

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