sábado, 7 de enero de 2012

Al estilo de Bucay…..

 

Algunas personas navegamos por un mar de irrealidades que, a veces, pintamos como si fueran verdades. Porque en nuestro interior, es lo que desearíamos vivir. Ya que lo que nos muestra la razón, sobre lo que estamos viviendo en nuestro presente, no nos llena lo suficiente como para no ensoñar con otra realidad.

Entonces creamos un mundo paralelo, para ser un poco más felices. Pero ese mundo ni existe ni es verdadero e intentamos hacer creer a otros que ese mundo es en el que están viviendo, nada más lejos de la verdad.

Había una vez, una ardilla que todos los días se asomaba a su ventana y desde ella miraba los árboles vecinos, dichos árboles estaban llenos de almendras deliciosas, y ella deseaba poder acceder a las mismas, pero en su situación actual, desde donde se encontraba, poder acceder para degustar su sabor era prácticamente imposible. Entonces un buen día, comenzó a pensar la forma en que las podría coger y probar alguna de esas almendras, que tanto le llamaban la atención, sin perder la comodidad de lo que hasta ese momento había conseguido, y se dio cuenta que la mejor forma de acceder y hacer sus deseos realidad, era inventando un mundo paralelo. Pensado y hecho.

Así fue como inventó una realidad irreal paralela y se acercó al árbol vecino que estaba repleto de estupendos frutos, y comenzó, día tras día, a escalarlo, poco a poco, con suaves movimientos para que no sospecharan sus intenciones. En una de sus intrépidas salidas conoció a una bella ardilla que en dicho árbol vivía e intentó con sus  palabras que le ofreciera el fruto que en su árbol guardaba. Ésta confiada abrió su mundo y se lo mostró para que en él se sintiera cómoda, aderezaba cada día con distintas sinfonías y la alegría de sus intrépidas salidas eran las charlas de cada día.

Un día la ardilla confiada, porque no entendía que nadie se acercara a ella con mentiras, le ofreció su fruto, la más jugosa almendra que ella celosamente guardaba. Y así comenzó una historia jamás contada.

Una historia que le hizo ver a la ardilla confiada que el mundo se mueve por intereses,  que hay ardillas que quieren comer cuantos más frutos mejor aunque para ello tengan que inventar historias que no son reales, que a veces el amor tan sólo vive en el corazón del que siente con pasión y que la verdad golpea y es descubierta por otras ardillas que no tienen principios ni ideales.

 

 

 

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