Sentada en el escenario de la vida, voy observando y actuando, según las personas que interactúan a mi alrededor. Y quiero ser pintor, músico o escultor, pero ¿por qué no ? también deseo ser actor y director.
Miro desde la platea, como espectador, lo que ocurre en cada actuación para llegado su final poder sacar del momento una hipótesis que dé respuesta a todo lo que ha sucedido en los actos y entreactos de la función, porque de cada historia que veo y vivo necesito quedarme con la mejor lección.
Apareces en mi vida dando ese toque de emoción que deseo y entonces soy ave, mariposa e incluso si lo pide la actuación el animal más feroz pero tierno en su interior. No utilizo disfraces porque ésa que se muestra soy yo, una diferente para cada ocasión.
Méceme cariño, no dejes que la desidia llegue a mí porque necesito balancearme para sentir el vértigo que dé vida a mi corazón.
Abrázame y dame un beso que me transforme ¡por favor! porque no quiero la rutina que a veces se ancla en el pistilo de mi flor destruyendo todo lo que en un principio germinó.
Dame tu mano y llévame muy lejos para que pueda ser feliz, para que pueda reír, y ¿por qué no? huir de todo lo que, día a día, pueda marchitar esa ilusión que desde niña conmigo creció.
Déjame ilusionarme con una canción, con un paisaje, con todo lo que mi mente crea y recrea para causar alegría a todos los que viven a mi alrededor.
Tan sólo déjame ser yo, una mujer que lucha, noche y día contra la sinrazón y que sólo desea y reclama vivir en esa línea álgida vital que da alegría y no en la que certifique el final de todo lo que en un tiempo lejano me ilusionó, porque esa línea será el final de lo que nos unió y quizá entonces cuando ya no haya tiempo y estemos a kilómetros sonará el triste lamento de un ruiseñor cantando el miserere del amor.
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